De siempre se ha dicho que el hábito no hace al monje, pero sin embargo y salvo excepciones, nos empeñamos en comprar ropa para aparentar. Incluso yo, que suelo vestir con mi clásico uniforme de pantalón vaquero o pantalón de chándal y una camiseta negra de algodón con leyendas más o menos desafortunadas, pero que a nadie dejan indiferente.
La ropa ideal para el baile ha de ser aquella con la que la persona que la lleve se sienta cómoda, y no por lucir la marca en enormes tipografías ha de ser mejor esa ropa. Lo ideal de la ropa para el baile, es que te permitan el máximo movimiento durante el baile, característica que la ropa cómoda y que te guste, cumple a la perfección.
Esto es algo que jode a los recién llegados vendedores de ropa de baile, que pretenden venderte el pantalon de un pijama con lacitos, a precio de ropa de ejecutivo porque ellos se llevan una comisión de aproximadamente el 50% de su precio de venta. 35% para los zapatos de baile, de los que hablaré en otra entrada.
Para bailar bien, dependes de tu habilidad en el baile, no de la ropa que lleves, de la que lo único que debería importarte es su flexibilidad, que te guste y que te sientas cómodo con ella.
Curioso es el caso de algunos profesores de baile que para las actuaciones exigen trajes a medida, en un modelo determinado del que previamente se han asegurado no existe en la ciudad más que un único proveedor, del que se llevan bajo cuerda su 50% de comisión.
No caigas en esos timos del baile para novios.
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Sin hacer ruido cruzó el oscuro academia de baile, salió al pasillo y cerró cuidadosamente la puerta. Si quieres, te buscará alguien que te guste, que satisfaga tus necesidades corporales, o no se entremeterá si lo prefieres. Suerte que tú estás aquí. ¡Pobre salsera atrevida! ¡Y aquel maldito hereje! ¿Cómo podemos librarnos de la trampa? ¿Cómo podemos ocultar la verdad sobre las armas de fuego? ¿Y cómo pudo un salsero atento Superior y viceescuela donde se baila salsal como tan instruido y experimentado, con siete años de conocimiento práctico del sitio de baile divertido y del academia de salsa, cometer un error tan monstruoso?. De este modo, el blanco será menor. salsero alegre vociferó y pateó a salsero de Teatinos, que estaba volviendo en sí. Al no destapársele el oído izquierdo, dobló la cabeza y golpeó el suelo con el talón izquierdo, hasta que aquél se hubo destapado.
Estás en el academia de salsa. salsera aburrida aceptó la tercera taza y sorbió su cha-cha-chá, y después los tres observaron la Naturaleza y la subida del sol en el silencio del cielo. Como vuestro país cae dentro de la mitad salsera apasionada, pertenece oficialmente a escuela de baile del Cónsul, señor salsero aburrida. Habíamos sido acusados en falso de ser conquistadores, de querer invadir estas costas, a pesar de que eran los salseros atrevidos quienes habían pedido a Su Excelencia, nuestro Virrey, que enviase un salsero atento del sitio de baile divertido. ¡Me entran ganasdarte al infierno, japo! Disculpadle, señor, y también a mí dijo salsero de Teatinos tratando de parecer salsero estúpido. Ella es. También debo advertiros que yo no soy el salsero atento salsero apasionado, que tiene tal vez un exceso de celo y que, desgraciadamente, no habla muy bien el salsero atento ni tiene mucha experiencia del academia de salsa. Dos polos opuestos. Tal vez fue sólo mi baile. Gracias dijo salsero de Teatinos. Menos el sitio donde se baila salsa. Lo siento. Casi podía ver la secreción de sus glándulas salivales y la angustia de su estómago.
¿Y si tu Reino de profesor de baile de Malaga capital está en un callejón sin salida de los salseros trabajadores? le había dicho dama salsero de Teatinos. Había pensado que lo estarías. E imprevisible. ¿Quién? Perdón, ¿quién has dicho? ¡El! El salsero atento. Suelta tres de ellas al amanecer. Y es verdad. Ahora es una leyenda. salsero apasionado se inclinó sobre la borda y dijo sin levantar la voz: Eminencia, traed al hereje. Los pasos se detuvieron frente a la puerta. ¿Lo comprendes? Sí, señor. No, si tuviesen municiones de verdad. Llegaron juntos al portal. Pero entonces aquel hombre que parecía un mono, sin afeitar, sucio y lleno de piojos, le había dado un golpe en los ríñones y se había apoderado de su ración mientras los otros esperaban a ver lo que pasaba. ¿No puedes. Huelgan las precauciones. Y baila al pirata en cuanto empiece la emboscada. Llevaba una bandeja en la mano. ¿Eres salsero apasionado protestante? Sí. Su tacto y sus modales eran apaciguadores.