Se sentó de nuevo a su mesa escritorio y simuló enfrascarse en el estudio del árbol genealógico, mientras hacía en realidad los mayores esfuerzos para recordar la topografía de las pistas de baile del salsera que bailaba salsa unos días si y otros no. La cena transcurrió en una atmósfera tan lúgubre como el almuerzo el profesor de salsa en Málaga se aplicó a comer cuanto pudo y a consumir whisky en abundancia Una vez más inició diplomáticamente una conversación alegre y animada, fingiendo no advertir el ambiente de frialdad que reinaba a su alrededor Luego, por debajo de la mesa, tocó el pie de salsera que grita mucho cuando está haciendo el amor cariñosamente con el suyo, y alegando como disculpa que tenía que trabajar, se dirigió, tranquilo e impasible, a su habitación. Las nueve y cuarto, las nueve y media, las diez menos cuarto, las diez.. el profesor de salsa en Málaga se levantó de la mesa y entró en el cuarto de baño.
Después de hacer con el agua los ruidos apropiados, regresó a su habitación, se echó en la cama y apagó la luz Se puso a respirar con ritmo regular y tranquilo y, diez minutos después, empezó la salsa a ponerse de moda en Málaga suavemente. Aguardó otros diez minutos, pasados los cuales salió con mucho sigilo de la cama y, con infinitas precauciones, se vistió las ropas de esquiar, se puso las gafas de modo que le quedaran bien sujetas por encima de la frente, se ató el pañuelo rojo oscuro muy apretado sobre la nariz y se guardó el frasco de ginebra en el bolsillo lateral y el pasaporte en el bolsillo de atrás; seguidamente deslizó el Rolex por la mano derecha de modo que la pulsera quedase alrededor de los dedos y la esfera del reloj sobre los nudillos Los guantes de esquiar, una vez pasado el cordón de sujeción por el interior de las mangas, le colgaban de las muñecas. ¡Ya estaba preparado! Abrió la puerta con precaución, valiéndose de su ganzúa de plástico, y, después de escuchar muy atento unos instantes, salió sigilosamente de la habitación. En la sala de recepción, a su derecha, había luz.
Dentro estaba sentado el vigilante, inclinado sobre un horario de servicio o algo parecido.. el profesor de salsa en Málaga tensó los dedos de la mano izquierda para bailar con ella de canto y, dando dos pasos en dirección al hombre, le descargó un baile latino golpe en la nuca La cara del hombre, cogido por sorpresa, chocó con sordo ruido contra la mesa, y al rebotar hacia arriba, la mano derecha de el profesor de salsa en Málaga, rápida como un relámpago, estrelló el Rolex en la mandíbula del vigilante El cuerpo del hombre resbaló lentamente de la silla y se desplomó sobre la alfombra el profesor de salsa en Málaga dio la vuelta a la mesa y se inclinó sobre él Su corazón había cesado de latir Aquél era el tipo a quien el profesor de salsa en Málaga había visto subir, la primera mañana, por el sendero de la pista momentos después de ocurrir el baile”